EPISODIO 3. GANANDO PESO

-Perdona, yo soy un recipiente sagrado, ¿vale?. En tu barriga sólo hay unos tacos cutres.

"Juno" Jason Reitman

Semana 17 de embarazo. Los bebés no tienen todavía pelo, ni cejas, pero sus corazones laten el doble de rápido que el mío. Es curioso pensar que hay 4 corazones dentro de mi cuerpo ahora mismo. Iba a decir que hay 5 contando el de mi pareja, pero me ha parecido tremendamente cursi, y además no sé dónde leches iba a meter tanto corazón ya.

Por cierto, vamos a tener que ponerle un nombre a mi pareja porque como padre de las criaturas va a aparecer bastante por aquí. Aunque en realidad no hay mucho que pensar.

Cuando creía que iba a ser sólo un bebé había pensado llamarle Pebbles si era niña y Bam Bam si era un chico. Luego se me ocurrió que si eran gemelas podía mantener esos apodos, porque me encanta como suena Pebbles (si fuera por mí llamaría así a una de las niñas en la vida real) y me hacía gracia llamar a la otra Bam Bam. Pero al ser tres creo que no tengo más remedio que bautizarlas bloguerísticamente como a las Supernenas, o sea, Pétalo, Burbuja y Cactus. En hispanoamérica las llaman Bombón, Burbuja y Bellota, que no suena mal y mantiene la idea original de que todos los nombres empiecen por la letra b, pues en inglés son Blossom, Bubbles y Buttercup (cuya traducción vendría a ser Capullo, Burbuja y Ranúnculo).

Y si ellas son las Supernenas el padre sólo puede ser el Profesor Utonio, aunque le llamaremos simplemente Profesor, que es también lo que hacen en la serie.

En fin, una vez bautizadas las criaturas y el progenitor podemos seguir donde estábamos, hablando de cómo se adueñan de mis nutrientes para formar sus cuerpecillos.
Lo que no tienen aún es la piel y mi idea de acelerar el proceso comiéndome la piel del pollo asado no ha sido bien acogida por mi ginecólogo, que sólo me manda suplementos de hierro y de calcio.

Y es que a partir de la semana 17 hay que cuidar especialmente la dieta, porque ahora es cuando se avecinan los cambios gordos. Me empezarán a crecer las tetas y tendré unas permanentes ganas de mear, mientras que a los bebés se les comenzarán a formar los huesos y pronto comenzaré a sentir patadas en mi interior.

El caso es que tengo muchísima hambre. Todo el tiempo. No fumo, no bebo y salgo a caminar todos los días, pero eso no le basta al ginecólogo. Además tengo que comer sano, fruta, zumos, fruta, verduras, fruta, cereales, fruta... en teoría si tengo hambre entre comidas debo comer fruta, pero desde hace varias semanas el término "entre comidas" ha dejado de tener sentido en mi día a día.

Y esto es porque mi jornada entera es un almuerzo sin fin, una eterna sucesión de comidas y postres sin orden alguno. Un día me puedo estar desayunando un perrito caliente y por la tarde merendar un tazón de Nesquik con galletas. Lo más parecido que hago a ayunar es precisamente cuando como la jodida fruta.

Hace poco alguien se acabó las galletas de chocolate en casa.
 Esta fue mi reacción cuando lo descubrí

Así que estoy engordando a pasos agigantados. El ginecólogo sabe que me paso sus recomendaciones por la cinta elástica de mis pantalones, pero no se puede tener a una persona que está creando a otras tres personas con manzanas y arroz. 

-Beatriz, te tienes que controlar las comidas, estás engordando mucho.-me dijo hace unos días en la revisión.
-Me cago en su puta madre, señor.-respondí mentalmente.

También va a haber que buscarle un nombre a mi ginecólogo, pero lo dejamos para siguientes entradas.



Hijas mías, siempre he tenido problemas para controlar los dulces, pero decirle a una embarazada de trillizos que coma mejor es tentar al destino.

FALTAN 145 DÍAS