lunes, 30 de mayo de 2016

CAPÍTULO 17. ANGIE

-¿Por qué no duermes?. Cuando te veo con los ojos abiertos me das miedo.

"Por un puñado de dólares" Sergio Leone

¿Sabéis ese vídeo de una mamá panda que casi sufre un infarto al estornudar su cría?. Pues más o menos así fue mi vida los primeros días tras el nacimiento de mis hijas.

El más leve movimiento me resultaba apasionante y espectacular, y cada vez que emitían el más mínimo sonido se me paraba el corazón varios segundos.

Estaba convencida de que si dejaba de mirarlas un instante se pondrían a hacer algo increíble, como la rana aquella de la Warner, de modo que he estado vigilándolas sin descanso todo este tiempo y he llegado a una interesante conclusión.

Todas esas horas de observación me han permitido estudiar el comportamiento de mis hijas y aunque parezca imposible que en tan pocos días den muestras de personalidad, la mayor de ellas, Angie, se ha rebelado como un bebé de lo más analítico e inquisitivo.

De hecho tras varias semanas contemplándola decidí ponerme a tomar notas para evaluar sus progresos y de momento esto es lo que tengo:

·DÍA 1:

9:14: Angie despierta y hace un amago de llanto hasta comprobar que es su peluche, el Señor Pollito, quien está a su lado. Tras identificarle se tira un pedo y vuelve a dormir.

18:47: Llega el momento del segundo baño de su vida. Cuando la cojo para meterla en la bañera su mano acaricia mi barbilla. Creo que ha intentado darme una hostia con todas sus fuerzas.

·DÍA 2:

00:31: Todas se ponen a llorar, pero en cuanto Angie para las otras dos dejan de llorar de inmediato.

20:50: Acabo de cambiarle el pañal y le doy al Señor Pollito para entretenerla mientras cambio a sus hermanas. Cuando termino con Jackie observo que el Señor Pollito se encuentra abandonado y Angie le ha quitado a Lili a Doña Jirafa Alegre. Lili comienza a llorar. Jackie comienza a llorar. Pongo orden y tras darle a cada una su peluche la cosa se estabiliza.

20:56: Percibo un desagradable olor. Angie se ha cagado, pero no llora. Su gesto es más bien de satisfacción.

·DÍA 3:

14:36: Agito un juego de llaves ante las trillizas. Jackie es la primera en ponerse a llorar, seguida rápidamente por Lili. Angie las mira como diciendo "¿En serio?". Termina llorando también, pero intuyo que lo hace más por la frustración que por las llaves.

17:53: Durante nuestro paseo vespertino una señora se ha puesto a hacerle monerías a las niñas. Angie ha escupido su chupete, creo que con la intención de tirárselo a la cara.

·DÍA 4:

11:07: Mi madre coge a Angie en brazos. Su cara es similar a la del gato de abajo.



19:22: Angie se ha metido el puño en la boca. Le ofrezco el chupete, y aunque lo rechaza un instante termina aceptándolo.

19:24: Angie ha escupido el chupete e intenta comerse al Señor Pollito.


A veces estoy tentada de lanzarle a la cuna un cuaderno de sudokus a ver qué hace, pero creo que es mejor esperar, al menos hasta que aprenda a darse la vuelta ella sola.

De momento seguiré estudiando su conducta y su extraña relación con el Señor Pollito.

martes, 24 de mayo de 2016

CAPÍTULO 16. JACKIE

-Si te caes tú, nos caemos todos.

"Llamaradas" Ron Howard

Este blog no ha resultado como yo quería. Cuando lo abrí estaba convencida de que podría llenarlo de anécdotas divertidísimas sobre el embarazo, que escribiría un montón y que me ayudaría a reírme de los problemas y dudas de esta situación. 
Pensaréis que soy muy dura, que he hecho lo que he podido y que me ha vencido el inevitable cansancio que supone la gestación, más aún tras descubrir que se trataba de un embarazo múltiple, pero no ha sido así.
Por supuesto, todo cambió cuando me dijeron que iba a tener tres hijas, pero no por los motivos que imagináis. 
He callado por miedo durante todos estos meses, pero ahora que todo ha terminado puedo hablar con total libertad.

Poca gente lo sabe, pero cuando a una pareja le informan de que espera trillizos inmediatamente le sugieren someterse a una reducción embrionaria. El término en sí mismo deja poco lugar a la imaginación, pero sólo por confirmarlo, sí, es exactamente lo que parece, o sea, eliminar a uno de los fetos.

Cuando os conté que iba a referirme a mis hijas como las Supernenas alguien me sugirió en los comentarios que llamase al ginecólogo como a su archienemigo, Mojo Yoyo, cosa que ha estado presente en mi cabeza todo este tiempo.

Y es que para los médicos un embarazo múltiple sólo supone complicaciones y en muchos casos, como ha sido el mío, marean a los futuros padres con datos pesimistas, tratando de convencerles de que lo del embarazo múltiple ha sido una mala noticia y que lo mejor es eliminar a uno de los fetos. De hecho si te niegas parece molestarles, se lavan las manos e incluso te dicen que en el parto no se hacen responsables de la supervivencia del último bebé (palabras textuales).

Fuera del hospital ha habido gente de mi entorno que estaba de acuerdo con el ginecólogo, pero además de los motivos clínicos ("los trillizos son bebés muy enfermizos", "lo vas a pasar fatal en el embarazo") argumentaban razones económicas ("con dos os ibais a ahorrar un dineral"), cuestionando también mi capacidad y deseos de ser madre ("no creo que te vayas a hacer con los tres bebés", "si no estabais buscando ni uno, no sé cómo seguís adelante con los tres").

Como veis he tenido que soportar mucha presión, pero para mí no había ninguna decisión que tomar.

Veréis, yo sería un mando militar terrible. ¿Sabéis esas misiones en las que hay que sacrificar a unos pocos para salvar a muchos?. Todo se reduce a una cuestión matemática. La vida de 100 es más importante que la de 10. Parece una decisión simple. Dura, pero simple. Sin embargo en mi opinión no se pueden usar números cuando hablas de vidas.

Siempre me he reído del argumento de "Salvar al soldado Ryan". El hecho de que enviasen a un pelotón para rescatar a un solo hombre me parecía absurdo, una muestra más de ese estúpido comportamiento heroico tan yanki. Pero a la hora de la verdad la cosa cambia.

Yo soy una persona normal, ni muy buena, ni muy inteligente. Nunca pensé que algún día tuviera que decidir sobre la vida de una persona, pero llegado el momento no he dudado un sólo instante. Conmigo no se abandona a nadie. Cada persona cuenta y no se deja a nadie atrás.

De este modo vine aquí, modifiqué el título del blog, hice la imagen con las tres Lindsays y procuré escribir cosas divertidas. Nunca me arrepentí de haber seguido adelante con los tres fetos, pero durante todo este tiempo el miedo a que se confirmasen los peores pronósticos ha estado sobrevolando mi mente y eso me ha impedido disfrutar plenamente del embarazo y del blog.

Así pasaron los meses, todo evolucionaba perfectamente y cuando llegó el día os aseguro que estaba más optimista de lo que imaginaba. Nerviosa, pero muy confiada en que todo iba a salir bien. Y al principio fue así. Mis dos primeras bebas nacieron sin complicaciones. Pero la última no respiraba. 

Había decidido que llamaríamos Jackie a la tercera como una especie de premio, porque era el nombre más bonito y seguramente sería la que tendría más complicaciones en el parto. Pero Jackie no respiraba. Mi Jackie. Mi niña pequeña.

Ya lo teníamos todo preparado. Las tres cunas, los tres biberones, cada prenda comprada de tres en tres. Y me imaginaba dándoles de comer a las tres, llevándolas al colegio a todas... aún no había venido al mundo y ya no podía imaginar mi vida sin ella.

Y entonces Jackie respiró. Costaba creerlo cuando la vi, tan pequeñita. Apenas un kilo y medio. Tuvo que estar 16 días en la incubadora para ganar peso, pero finalmente venció a Mojo Yoyo y hoy la tengo en casa, con sus hermanas.

La gente que no me conocía me ha llamado de muchas formas a lo largo de mi vida. He sido la hermana de Patri, la hija de Mari, la chica de la droguería, la chica que estuvo en coma... a partir de ahora seré la madre de las trillizas.

La madre de Jackie.